lunes, 27 de junio de 2016

Quijotada de Luz Eugenia Sierra por la poesía colombiana. El TIEMPO, 21 (.com) y 22 de junio de 2016. Proyecto: Silabario del camino. Poesía reunida 1973-2014 y etcétera, de Juan Manuel Roca (Medellín, 1946)

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Quijotada de Luz Eugenia Sierra por la poesía colombiana


La editora paisa habla de su proyecto más querido, los Cuadernos de Poesía Letra a Letra.
Por:  CARLOS RESTREPO 
La editora paisa Luz Eugenia Sierra con su colección 'Poesía Letra a Letra'.
Foto: Juan Diego Buitrago / EL TIEMPO

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El TIEMPO .com, 21 de junio de 2016. Impreso 22 de Junio

Letra a Letra *, como decidió llamar su editorial de poesía, es uno de los aprendizajes que le quedaron a la paisa Luz Eugenia Sierra de su estadía, durante diez años, en Barcelona.

Hasta allá se fue en 1998, cuando quiso especializarse en el campo editorial. “Las cosas se hacen despacio. Y en el campo literario, pero en especial en la poesía, los textos sí que nacen letra a letra. No hay que llegar primero, no hay que gastar afán sino hacer las cosas con cuidado”, dice.

Así nació su proyecto editorial más mimado, los Cuadernos de Poesía Letra a Letra *, que reúne un destacado grupo de plumas colombianas. La colección es un regalo para los amantes de este género, que un año más se dan cita desde este sábado en el Festival Internacional de Poesía de Medellín.

La idea del proyecto comenzó cuando el poeta Luis Aguilera (1945) se le acercó hace algunos años a Sierra para pedirle que le ayudara a editar un libro. “Él es un poeta muy insular y sentí que era el momento de echar para adelante esta iniciativa”, dice.

Así fue como la editora paisa comenzó a contactar poetas colombianos de distintas generaciones, que es además uno de los aciertos de la colección. “Está Cobo Borda, que es del 48, pero está Óscar Hernández, del 25; Lucía Estrada, del 80, o Melibea, que es del 75”.

En total, son nueve libros los que Sierra lleva hasta el momento: Voz que se queda (Luis Aguilar), Una palabra cada día (Gustavo Adolfo Garcés), Poesía selecta (Piedad Bonnett), La noche en el espejo y otros poemas (Lucía Estrada), Después de la lluvia, los árboles lloran (Melibea), Doctor Kafka (Juan Gustavo Cobo B.), Casa sin puertas (Óscar Hernández M.), Shir (Mónica Gontovnik), y Casa que respira (Samuel Jaramillo G.).

Al explicar cómo se decidió a apostarle a un proyecto tan quijotesco como este y  estar enamorada del género tiene su explicación: “Se necesita mucho de la convicción de que acá se escribe una poesía maravillosa. Yo creo que esa es una certeza que le pone a uno escudo, porque siente que, de alguna manera, uno está marcando un camino”.

Su pasión por la poesía se remonta a los años universitarios en Medellín. Si bien se graduó de periodista en Bogotá, Sierra dice que fue más por una coincidencia. “Terminé acá, luego de que en la Universidad Bolivariana no me aceptaron en comunicación, porque como venía de la de Antioquia, ‘debía ser comunista’ ”, anota con humor.

Luego, en Bogotá, se conoció con María Mercedes Carranza, que se convirtió en una de sus grandes amigas. La acompañó tanto en la Casa de Poesía Silva como en la Constituyente.

Su amor por la poesía no la deja desistir. Ahora Sierra se metió en uno de sus proyectos más ambiciosos, para el que busca ayuda económica para editar:  


Silabario del camino (Poesía reunida 1973-2014) y etcétera, de Juan Manuel Roca (Medellín, 1946)

Páginas: 670 aprox. Formato: 22 × 22 cm. Lanzamiento: Septiembre 2016. Se adelanta promoción mediante suscripción anticipada con 20% de descuento. Informes y suscripciones: luzeugeniasierra@letraaletra.co  , a.letra.a.letra@gmail.com  ,  ntcgra@gmail.com .  La publicación de la obra de Juan Manuel Roca, a propósito de sus 70 años.



“Yo creo que la poesía le permite a un alma comunicarse con otra alma. A veces con un lenguaje muy elaborado, y en otras con expresiones supremamente sencillas. Entonces, hay que dejarse tocar, permear por ella. Creo que la lectura de poesía es una vacuna contra la imbecilidad”, concluye.
Medellín se llena de versos
Con la presencia de 80 poetas invitados de 36 países se inicia el Festival Internacional de Poesía de Medellín n.° 26, a las 5 p. m. en el parque de Los Deseos. Entre los invitados se encuentran Pablo Montoya (Colombia), Ashur Etwebi (Libia), Keki Daruwalla (India), Graciela Maturo (Argentina), Adriana Paredes (Nación Mapuche, Chile), Alain Borer (Francia) y Gcina Mhlophe (Sudáfrica). Programación en el sitio web www.festivaldepoesiademedellin.org  .
Mayor información:
CARLOS RESTREPO
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO
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El TIEMPO , Impreso 22 de Junio, 2016


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NTC ... ENLACES: 



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*** 20 de Abril, 11:00 AM, 2016, Bogotá, FILBo 29
--- Cuadernos. Colección Poesía letra a letra. Presentación de los nueve primeros números. En el acto, presentado por la editora Luz Eugenia Sierra, se hará una breve lectura - por sus autores - de poemas de cada uno de los títulos publicados. LUGAR: Salón Jorge Isaacs de la FILBO 2016. Entrada libre. Detalles sobre los Cuadernos: http://ntc-libros-de-poesia.blogspot.com.co/2016_03_26_archive.html Programa del evento: https://drive.google.com/file/d/0B-ABjQmYGMXbS3M1WFc2SmJRMjg/view // Click derecho sobre las imágenes para ampliarlas en una nueva ventana. En el evento se hará entrega a los asistentes del Catálogo 2016 de la editorial LETRA A LETRA , impreso ( NTC ... digital-virtual: https://drive.google.com/file/d/0B-ABjQmYGMXbQXdyY1kzQjVteTQ/view )
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Grupo de Poetas publicados
FILBO, Abril 2016

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26 de marzo de 2016

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viernes, 24 de junio de 2016

De noche un pájaro. Miguel Tejada Sánchez. Poemas. No. 124, Junio 2016. Colección Un libro por centavos. NTC ... edición digital-virtual

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Publica y difunde: NTC …Nos Topamos Con 
http://ntcblog.blogspot.com * ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia.
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De noche un pájaro

Miguel Tejada Sánchez *

Poemas 

No. 124, Junio 2016. Colección "Un libro por centavos" 

Decanatura Cultural
 Universidad Externado de Colombia

NTC ... edición digital-virtual







La Decanatura Cultural ( 1 )de la Universidad Externado de Colombia, continúa en esta segunda etapa de la Colección Un libro por centavos, ampliando la participación de poetas inéditos y/o reconocidos colombianos, hispanoamericanos,  a clásicos de la literatura universal.  Esta antología No. 124, DE NOCHE UN PÁJARO  de Miguel Andrés Tejada Sánchez, es el reconocimiento a las nuevas tendencias del género al publicar al ganador del XXVIII Concurso Nacional Universitario dePoesía ( Acta ) del Externado de Colombia, 2015, estudiante de la maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional, cuyo jurado sugirió su publicación en esta colección.
Este poemario se distribuye como obsequio a los suscriptores de la revista El Malpensante, casas de cultura,  bibliotecas universitarias, públicas y privadas, cárceles, eventos literarios, festivales de poesía e instituciones culturales del país.  Los libros  también se pueden adquirir en la librería de la Universidad por $1.000 y  leerlos en formato virtual en el portal del Externado: www.uexternado.edu.co

Universidad Externado de Colombia
Juan Carlos Henao, Rector
Miguel Méndez Camacho, Decano Cultural
Clara Mercedes Arango, Coordinadora General
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Magíster en Escrituras
Creativas de la Universidad Nacional de Colombia.
En la actualidad, es profesor en la Escuela de Comunicación
Social de la Universidad del Valle

En 2015, obtuvo el
primer premio en el xxviii Concurso Nacional Universitario
de Poesía Universidad Externado de Colombia, con el
poemario De noche un pájaro, cuyos poemas aparecen en
este libro No. 124 de la Colección Un libro por centavos,
cumpliendo uno de los objetivos de dicha colección, promocionar
a los nuevos talentos colombianos.

Tejada Sánchez ha publicado ensayos sobre narrativas
contemporáneas, usos y trabajos de la memoria en la
narración y en la comunicación visual, artículos sobre
diseño y reportajes literarios. Prepara en este momento la
publicación de su primera novela. Textos suyos han hecho
parte de exhibiciones artísticas locales y nacionales, y en
instalaciones sonoras y de arte radiofónico.
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NTC ... edición digital-virtual
en 4 "nubes"


http://es.calameo.com/read/0009483286ba0a8df05eb


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TODA LA COLECCIÓN
 Un libro por centavos 
en la web de la Universidad Externado


Edición digital-virtual

Se accede al libro completo en el No.  13

Todos los demás números en cada número de la fila 
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Toda la COLECCIÓN
Imágenes. NTC ... Galería

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martes, 21 de junio de 2016

ESTACIÓN RIMBAUD (Al espíritu de rebelión). Prólogo. Por Juan Manuel Roca. Abril, 2016

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VIENE y COMPLEMENTO DE

NTC .... 19 de junio de 2016

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ESTACIÓN RIMBAUD
(Al espíritu de rebelión)
Por Juan Manuel Roca

Prólogo al libro
NTC ... agradece el aporte al autor y la autorización para publicarlo
I.
UN MANOJO DE VOCES

De Rimbaud se ha dicho todo, o casi todo, inclusive lo que no agrega nada a su obra, a su vida y a su incalculable legado, pero todos los días tenemos noticias suyas, reales o fabuladas. Cada vez que hay una certeza sobre Rimbaud, gracias a sus múltiples rostros, se evade. Se evade de la civilización, sea esto lo que fuere, de su familia, de su palabra, de la cultura togada, pero no ha podido evadirse de la gloria, así la supiera sol de muerto, luna de estercolario.

Su obra se evade de las interpretaciones privativamente religiosas, ocultistas, políticas, nacionales (“tengo horror a la patria”), simbolistas, historicistas, apocalípticas; pero todas lo que hacen es señalar que el poeta de Charleville era una paradoja en movimiento.

La tarea de reunir esquirlas de lo que sembró en otros este irremediable contemporáneo del futuro podría llevarse décadas y aún así no bastarían miles de legajos, anaqueles y bibliotecas del mundo, para abarcar su prontuario.

Estación Rimbaud es un pequeño aporte a esas pesquisas, a las diversas interpretaciones, para armar su gran rompecabezas. Está dirigido, aunque no sea el único propósito, a nuevos lectores. Es como una llave para abrir puertas que una vez cruzadas difícilmente volverán a cerrarse.

A contravía de la costumbre de los viajeros que compran guías de la ciudades a las que habrán de viajar, este libro es como un mapa sin país, como un lugar sin una geografía específica no obstante su vocación de Ahasverus, de trotacaminos, una geografía, sí, que tiene muchos senderos y más huellas, incluida la sombra mutilada del poeta, viuda de sí misma. Es extraño, y no mero fetichismo, que esa pierna amputada de Rimbaud siga caminando en un centenar de poemas escritos en todos los confines del mundo. Y que nos remita con dolor a esta imagen de “Frases”: “He tendido cuerdas de campanario a campanario; guirnaldas de ventana a ventana, y danzo”.

Paul Claudel, poeta católico, diría de Rimbaud que era “un místico en estado salvaje”. “Espero a Dios con verdadera gula” (“Mala sangre”). Pero, en verdad, el poeta parece haber ejercido una especie de teogamia, de apareamiento con un dios pero también con un demonio. Pero es Char, René Char, quien como siempre hace diana y sintetiza sin duda lo que para muchos representa: “es el primer poeta de una civilización todavía por nacer”.

Jacques Riviere lo ve como a un nómada de sí mismo especialista en fugas: “el solo hecho de estar situado en alguna parte, la simple estadía, son en sí mismos, lo bastante espantosos para obligarle a huir”.

Henry Miller en un libro (El tiempo de los asesinos), pregunta que “Si pensamos que sólo fue un niño aquel que dio un tirón de orejas al mundo, ¿qué nos queda por decir? ¿No hay acaso algo tan milagroso en la aparición de Rimbaud sobre la tierra como en el despertar de Gotama o en la aceptación de la cruz por Jesucristo?... De cualquier manera que se interprete su obra o se explique su vida, está más vivo que nunca. Y el futuro le pertenece... aunque no haya futuro”.

Menos alentadoras son las palabras de Desjouets, su viejo maestro escolar: “Nada banal germina dentro de esa cabeza. Será un genio del mal o un genio del bien”.

A esto agregaría Ezra Pound: “desde Rimbaud, ningún poeta en Francia ha inventado nada fundamental. Hubo modificaciones interesantes, casi invenciones, meras aplicaciones”.

Rimbaud era un peligro, alguien que pastoreaba los abismos y que quería “cambiar la vida”. Estamos hablando de un gran poeta cuya obra fue escrita entre los catorce y los veintiún años, que vivió con vértigo y con una intensidad que parece de milenios.

Una pieza que nos queda faltando para armar su rompecabezas: nos quedamos sin saber qué le diría su noble y viejo amigo German Nouveau en la carta que nunca llegó a manos de Rimbaud en Adén, pues ya hacía un par de años que había muerto.

¿Quién es German Nouveau? Es un viejo camarada que destruyó sus escritos tras largas peregrinaciones y despojos de asceta, alguien que como dijo André Breton en su Antología del humor negro, “decide por humildad destruir su obra y pasar los últimos años de su vida frecuentando las iglesias de Provenza con el espectro del beato Labre, el santo con corona de piojos que ha elegido como modelo”. ¡Un santo con una corona de piojos, nada lejano al espíritu de Rimbaud!

Grahamm Robb, otro de sus muchos biógrafos, nos recordará el aserto de Albert Camus sobre el artista rebelde en un texto donde afirmaba que Rimbaud es por excelencia “el poeta revolté y el más grande de todos”. Mucho tiempo después, Octavio Paz señalaría un franco y auténtico escollo dejado por Rimbaud a los poetas venideros. Luego de leerlo, decía el poeta mexicano, da vergüenza seguir escribiendo. De todo esto da cuenta Estación Rimbaud (“Al espíritu de rebelión”). Y de textos, de cartas suyas y una muestra de poemas escritos en su memoria.


II.
LA LEYENDA

Es juego de niños intentar armar el rompecabezas Rimbaud desde la historia o la leyenda. Que sea cierto o no que a la sola mención de que querían erigirle una estatua, pidiera fundirla para hacer pertrechos y dispararles a los franceses, solo afirma su carácter libertario con sabor a Comuna, su rechazo a las naciones: “los blancos desembarcan. ¡El cañón! Hay que someterse al bautismo, vestirse, trabajar”. (“Mala sangre”).

Que desde niño quisiera convocar el imposible y amansarlo o apaciguarlo como a una bestia, podría señalarse con un pasaje de su vida aldeana: aprendió historia en una alacena y leyó con avidez al inolvidable Michelet. Un ejemplo de su lección de imposibles: al momento de aprender a tocar piano de manera precoz, como todo lo suyo, ante la negativa materna de alquilarle uno en la precaria Charleville de entonces, optará por taracear un teclado en la mesa familiar, en el que tomara lecciones de sí mismo. Luego aprendería de verdad a tocar un piano menos invisible y más tarde olvidaría su estación musical. ¿No parece hablar esto de su furor inicial por la poesía y de su súbita y pronta mudez?

Resulta más que paradójico, enigmático, pensar que de ningún silencio en la historia de las letras se ha hablado tanto. Resulta estruendoso que ese callar, que esa súbita entrada en la mudez, haya producido tantas palabras, tantos alegatos e interpretaciones. “Ya no se hablar” (“Mañana”).

A la edad de los juegos animistas de los niños hablaba latín mejor quizá que el que se recita en las pompas sacerdotales, que la lengua muerta de los pavorreales de sacristía (perpetuum mobile). Esto parece hablar de una suerte de Paracleto, de una pequeña llama que lo visitó para darle el don de las lenguas, incluida por supuesto la lengua suelta del asco.

Bien se sabe que fue quien sentó en las rodillas a la belleza y saboreó su amargura, su calcárea y engañosa presencia, el que nos habría de dotar de un equipaje de dudas ante la fatiga de la esfinge. Bien se sabe que la relación de la poesía con la vida es disfuncional.

A los veinte años los muchos que fue dejaron de serlo. Le entregó el relevo a un dios mudo y menesteroso, a un ángel de la guarda leproso, si pensamos que la avaricia es la lepra del alma. Guardaba entonces con la ambición del que cuenta rupias frente a un espejo para sentirse más rico, monedas sonoras en su alforja. Ya era un rey Midas al revés que convertía el espejismo del verbo, el desorden de los sentidos y las aspiraciones de vidente en monedas de lodo. Pero su cuenta con la poesía ya estaba saldada.

Hastiado de la carpa de los poetas parisinos, de “semejantes pajarracos”, acude al llamado de las llanuras africanas en su obsesivo deseo de acariciar la lejanía. Algunos de esos “pajarracos” hubieran querido instalar en la modorra de buena parte de su poesía un aviso que dijera: PELIGRO, VIDENTE EN LA VÍA o a lo mejor otro cartel perentorio:  ATENCIÓN, ¡TERRENO INESTABLE Y PELIGROSO!, ante la aparición del impaciente de Charleville. Y es que, como expresara Antonio Gramsci, “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”.

¿A qué no se adelantó Rimbaud? No solo se adelantó a la visión del tiempo de los asesinos, pues se nos dirá que esos han sido todos los tiempos, sino también a la insurrección de la mujer (“ella vivirá por ella y para ella”) y a “un siglo de manos”, no solo avanzó en “pensar con las emociones y sentir con el pensamiento” (Pessoa) y a desconfiar de los purismos y ensuciar la poesía de realidad.

Por la poesía dio su vida, quizá ella fuera su droga más a la mano. Quizá bajo sus efectos haya visto una mezquita donde otros solo veían una fábrica, o bebido “un enorme trago de veneno” (“Noche de infierno”). ¿Qué veneno ingirió? No fue la cicuta, tan socrática, ni la cantarella que los Borgias suministraban a placer en un período que sin embargo llamaban “Renacimiento”, una ingesta que mezclaba vísceras de cerdo y arsénico y que sacó a muchos mortales del mapa de Europa. El de Rimbaud fue el lento veneno de un futuro entrevisto. “Regresaré con miembros de hierro, la piel ensombrecida, la mirada furiosa: por mi máscara me juzgarán de una raza fuerte. Tendré oro: será ocioso y brutal. Las mujeres cuidan a esos feroces lisiados reflujo de las tierras cálidas. Intervendré en política. Salvado” (“Mala sangre”).

Nada más premonitorio que aquel pasaje de Temporada en el infierno, un libro que en un comienzo se iba a titular Libro pagano. Era como si  regresara del futuro con un “miembro de hierro”, una muleta de rengo, con el cambio de piel del aire africano y el cuidado de su hemana Isabel y de su madre, puestas en el papel de enfermeras del “feroz lisiado”. Era como si se hubiera asomado al futuro como a un mapa. Según Cintio Vitier Temporada en el infierno es un exorcismo, una purificación con visos de alucinación, pero habría que reiterar que es también un caso extrañísimo de videncia, de anticipación.

Su intervención política ya estaba dada en muchos poemas. Rimbaud sabía que ni siquiera la luna es apolítica, que no es la misma la que brilla sobre el patíbulo que sobre un lago de cisnes o en la campiña francesa, que no es la misma la luna de Louise Michel que la del gimoteo de Musset. De ahí su revuelta antisimbolista.

También se dio a la tarea de fundar como Baudelaire una lengua que entremezclara el lenguaje hablado con las más fulgurantes imágenes. Ni qué decir de su buen ojo para captar el aire popular que se filtra de forma adelantada en los terrenos del kitsch: “Gustaba de las pinturas idiotas, ornamentos de puertas, decorados, saltimbanquis, enseñas, iluminadas estampas populares; la literatura pasada de moda, latín de iglesia, libros eróticos sin ortografía, novelas de nuestras abuelas, cuentos de hadas, pequeños libros de infancia, viejas óperas, estribillos bobos, ritmos ingenuos”, para luego inventar “el color de las vocales”. (“Alquimia del verbo”).

Lejos está aún su viaje a Arabia, tan bien descrito por Alain Borer (“Rimbaud de Arabia”), las noches sofocantes de Harar, el robo del que es víctima en el comercio de armas por parte del rey Menelik, gran señor de Choa. Un paria asaltado por un monarca no es una fábula. Siguiendo la tradición de tantos reyes adictos al latrocinio, Menelik se hace al botín del poeta mercader. Más lejos aún, está la muerte con un ramo de flores de gasa en sus espigadas manos, esperándolo. Mira sin impaciencia su necrómetro. Viste de enfermera de la caridad, se ajusta su mandil en el corredor de un hospital para pobres en Marsella.

“La injusticia no es anónima, tiene nombre y dirección”, diría Bertolt Brecht, y esto es algo que desde siempre supo Rimbaud, de ahí su insolente dedo señalador untado en la larga noche del hombre. Quizá humedecido en la misma tinta de calamar con la que escribiera Lautreamont. Lo demás es silencio. “El reto de la modernidad -anota Gramsci (“hay que ser absolutamente modernos” diría Rimbaud)- es vivir sin ilusiones y sin desiluciones”. Es de esta materia el colofón de un rebelde, un hereje de todo, hasta de sí mismo. “Le pueden robar su oro, pero nadie le puede quitar un gramo de grandeza”, me dice mi compañero en esta aventura editorial de homenaje a Rimbaud.

Como el perro temerario que ladra a las olas al llegar a la playa y deja de hacerlo cuando el mar se retira, cruzó el mundo con una tea encendida en mitad de la borrasca.

Juan Manuel Roca
Bogotá, abril 2 de 2016

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