lunes, 11 de mayo de 2009

"Paños menores". Jotamario Arbeláez. Planeta 2009. Presentación en Bogotá.

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Edición Planeta Marzo 2009.
Premio de Poesía Victor Valeria Mora, 2008. II edición
FUNDACIÓN RÓMULO GALLEGO
Presentación en Bogotá
30 de abril, 2009, 7 p.m.
Gimnasio Moderno de Bogotá.
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Carátula de Paños menores.

- El Poeta en el evento
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- Pendón en el salón
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1. La crónica

Jotamario en paños menores
Por Sandro Romero


Gracias a una de las contadas noticias culturales que obstaculiza el diario vivir de nuestros periódicos, supe del lanzamiento en Bogotá del libro con que el poeta Jotamario Arbeláez había ganado el Premio Internacional de Poesía “Chino” Valera Mora 2008. Como he sido un respetuoso fan del movimiento nadaísta desde que ellos eran niños terribles en mi dorada Cali de los años sesenta, decidí irme a curiosear en silencio por los lados del Gimnasio Moderno, lugar escogido para la ceremonia. Al llegar, subí discretamente a la Biblioteca del colegio y me llevé la primera sorpresa. Pensé que las nuevas autoridades del colegio les estaban dando clases de costura a los estudiantes: en la mitad del salón, entre los libros de Cortázar y los cuadros de antiguos rectores, había una máquina de coser de las antiguas, de las de pedal, de las que usaba mi abuela para coserle los pantalones a mi tío Alfredo Rey Córdoba. Al fondo, una adusta mesa de madera y, sobre ella, una lámpara de luz helada. No había nadie, salvo los meseros y los responsables de la Editorial Planeta. Compré el libro del poeta y me preparé para la larga noche. El libro, como lo saben los millones de interesados en el arte de la poesía en Colombia, se llama “Paños menores”. En la carátula, la foto de Jota mirando a cámara, posando posudo, sosteniendo lo que parece un mostrario de telas. Al fondo, más telas. En primer plano, la oreja de una máquina de coser y los restos de unas tijeras asesinas. Dicen que los surrealistas acuñaron la frase de Lautréamont que aseguraba, palabras más, palabras menos, “la poesía es el encuentro fortuito de una máquina de coser y de un paraguas encima de una mesa de disección”. Esa noche, la Biblioteca del Gimnasio Moderno era la mesa de disección.

Como, al parecer, nadie tenía afán ni nadie llegaba, le di una mirada al texto que, a la sazón, era un pretexto. Pronto, los poemas de Jotamario me alegraron la noche. Conozco la gesta nadaísta desde mi más tierna infancia y aún hoy, cuando el bardo de San Nicolás está homenajeando el 69 con el número de sus años, sigo disfrutando con sus versos perversos. Yo todavía no entiendo por qué hay gente que odia a Jotamario. Bueno, en realidad, lo agradezco por él, puesto que toda su vida ha sido, ha querido ser, un provocador. Lo recuerdo entrando al Teatro Municipal de Cali, a finales de los sesenta (¿sería en el 69?) en el intermedio de un concierto de la Orquesta de Cuerdas del Conservatorio local, con casco y botas militares, acompañado de una lánguida doncella de ojos lisérgicos. Todos en el teatro murmuraban: “llegó Jotamario”, como si hubiera llegado el Marqués de Sade. Jotamario lo sabía, por supuesto. Y le encantaba que todo el mundo notase que se había colado, que se sentaba en la primera fila y apoyaba sus botas embarradas en la baranda frente al foso del escenario. Y claro, Jotamario escandalizaba. A mí me producía una precoz envidia.

Años después, lo vería en la televisión en blanco y negro, en un debate sobre la marihuana, coordinado por el periodista godo Darío Hoyos. Cuando Jotamario comenzó una apología de la Cannabis Sativa, como si se tratase de una blanca hostia, y expresó su slogan de que “el cigarrillo produce cáncer y la marihuana lo-cura” lo mandaron a comerciales. Y parece que le quedó gustando, porque pronto combinaría el arte poética con el ejercicio de la publicidad. En ésas se la ha pasado Jota. Emulando al Partido Comunista: combinando todas las formas de locha: la poesía, el escándalo, la publicidad, la buena y la mala vida. Como, por fortuna, nunca ha tenido vergüenza, no le ha importado que le digan sinvergüenza. Le fascina. Añora los tiempos en que ser hippie o nadaísta era sinónimo de paria social. Al parecer, los términos habían pasado de moda, hasta que el gobierno actual volvió a ponerlos en la palestra, echándole dedo a Patricia Ariza. Al paso que vamos, esta sociedad parece tornarse tan parroquial como la natal Andes del profeta Gonzalo Arango. Pero no quiero, ni por asomo, hablar en esta oportunidad blanca de política. Quiero recordar la ceremonia en la que el aeda vallecaucano fue coronado por unos cuantos elegidos de la capital de la república. Ahorrémonos pues la espera y pasemos a manteles.

El público llegó de un momento a otro. Y quince minutos después, el poeta. Vestido de paño, sombrero encintado y chupa de boda. Colgaba de su hombro una mochila arhuaca, como para que el toque aristocrático se esfumase con un aroma de la Sierra Nevada. Saludé al poeta y le pedí un autógrafo para mi colección de futuros incunables: “después”, me dijo amablemente. “A la salida nos vemos” citó, evocando al colega tulueño Carlos Palau. Y se dirigió a la mesa de disección. El poeta dejó la mochila entre los libros de tapas de cuero, mientras el rector del Gimnasio Moderno, Juan Carlos Bayona, carraspeaba de emoción, preparando las palabras de presentación de los “Paños menores” de Jotamario Arbeláez.

Juan Carlos Bayona, rector del Gimnasio Moderno, presenta al poeta
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Entonces recitó (¡de memoria!): “Cuando me pidieron que señalara en el mapa-mundi / el sitio de la tierra donde quisiera que mi vida / se eternizara / no puse el dedo en Providencia / ni en Camagüey / ni en Pernambuco / Puse a girar la esfera mientras pienso / dónde estarás.” Y se desgranó con una anécdota de su juventud, cuando conoció a Jotamario en una buseta. Claro. El poeta agradeció el hecho de que los poetas montaran en buseta, no sólo por la rima, sino porque los encuentros a golpe de ala son “the beginning of a beautiful friendship”, como dicen en “Casablanca”.
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La máquina de coser en la biblioteca desierta
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Pero prometo no desviarme más. Y resumo. Un joven actor, Arturo Ui, vestido de falso smoking leyó, con impostación propia de los actores de la ASAB, la presentación del libro, escrita por Sergio Mondragón. “Dios mío”, pensé. “Por qué tienen que invitar a los actores a hacer el ridículo”. Pero Arturo Ui fue breve. Acto seguido Jotamario, triunfante, con su sonrisita de eterno cagada del salón, se sentó encima de la mesa, acomodó el micrófono y leyó una decena de sus poemas. Allí, el asunto fue a otro precio. Con su voz pausada y moribunda, con la belleza que persigue desde que era un dandy perseguidor de bellezas, Jotamario levitó lentamente, mientras nos idiotizaba con sus frases, como “jingles” de Dios. Mientras el poeta leía de memoria, Arturo Ui, de sastre, cosía un pantalón en la máquina de pedal. El ritmo de los versos era, por supuesto, el ritmo de las costuras. Cuando Jotamario estaba a treinta centímetros del piso, sorprendió al auditorio con un largo escrito, una carta a su padre, sastre desaparecido que ya no tenía oídos para oír. El auditorio rompió en aplausos y hasta las tosecitas tímidas de la gripa porcina se interrumpieron, para rendirle un homenaje al vate. Entonces Arturo Ui, emulando al progenitor Arbeláez, le contestó la carta a su hijo, felicitándolo por sus triunfos, por “Mi reino por este mundo” y por “La casa de memoria”, por “El cuerpo de ella” y por “Nada es para siempre”. No sin antes advertirle que no es buen cantor quien dedica su canto a cantar victoria. Y se deshizo. Todos aplaudimos en una ovación cerrada.
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"Acto seguido Jotamario, triunfante, con su sonrisita de eterno cagada del salón, se sentó encima de la mesa, acomodó el micrófono y leyó una decena de sus poemas." (Click sobre las imágenes para ampliarlas. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)

“Payaso”, “actor”, “saltimbanqui”, le dicen a Jotamario, cuando lo quieren insultar. “Lleva cuarenta años escribiendo el mismo poema”. ¿Y qué? Lo que parece insulto es, hoy por hoy, su mejor característica. Jotamario Arbeláez no sólo es un nadaísta integral, no sólo es un poeta que escribe cuñas, sino que también es un gran payaso, un gran actor, un gran saltimbanqui. Un hombre del gran teatro del mundo que lleva cuarenta años escribiendo el mismo poema, porque la vida es una sola y no nos queda tiempo de inventarnos otra. El poema de Jotamario es un poema largo y feliz, travieso y profundo, desconcertante y solitario, un poema que ha sabido llevar al altar de las ligas mayores lo más profundo de sus paños menores.

En Colombia no solamente se matan entre criminales. También se matan entre poetas. Se odian los unos a los otros. Para estimular el deporte de los poetas asesinos, Jotamario termina su libro con unos versos contundentes, titulados “Venganza china”. No. No se trata de un homenaje al “Chino” Valera. Es un poema de atorrante que ha debido titular también “Para que muerdan”. Bienvenidos los “Paños menores” de Jotamario al mundo de los mortales. En lo que a mí respecta, ya forman parte de mi ropa interior.
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2. El poema

PAÑO DE LÁGRIMAS

Padre
Con esta mano que me diste
Bendigo el mundo que me diste
Gracias te doy por la obra de tus manos
Y por la obra de tu amor

Desde mi nacimiento no tuvo paz tu pie sobre los pedales
Y la música de tu máquina de coser arrulló mi infancia
Y te debo no sólo el ánima que ambula con sus tejidos corporales
Sino el ropero que me has hecho

Soy un hombre de paño gracias a tus desvelos
De ti heredo la talla y el modo de amarrarme los pantalones
Tú me diste las primeras puntadas de mi amor por la poesía
Brindo por ti con un dedal de vino

Un solo metro inacabable
es tu bondad
Tus reglas siempre rectas
fueron dóciles
Con tu tiza también se escriben
páginas en la humilde historia
Traspasando una aguja entrarás al Reino
más veloz que ningún camello
No perdemos el hilo de tu cariño
Nos unimos alrededor de tus tijeras
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"Acto seguido Jotamario, triunfante, con su sonrisita de eterno cagada del salón, se sentó encima de la mesa, acomodó el micrófono y leyó una decena de sus poemas." (Click sobre las imágenes para ampliarlas. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí.)

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3.- BRINDIS POR EL PADRE

“Brindo por ti con un dedal de vino”



Lástima, padre, que ya no tengas oídos para oírme esta noche, en el lanzamiento de la edición planetaria de Paños menores, apoteosis de los poemas a ti dedicados. Insistencia poética cuyo origen se remonta a aquella tarde de 1959 –en un mes van a cumplirse los 50 años–, cuando estrenando vestido claro fui el único bachiller del colegio Santa Librada en no recibir el diploma.
Todos los panes que comí durante mi educación fueron panes perdidos, toda la ropa que gasté fue ropa perdida, luz perdida toda la luz consumida, todos los jabones con que me bañé fueron espuma perdida, todo lo que me aconsejaste fueron palabras perdidas, todos los soles que salieron por sobre mi cabeza soles perdidos.
Y para acabar de cagarla me enrolé en la peor ralea de maleantes del idioma, ese nadaísmo fundado por Gonzalo Arango para poner patas arriba un planeta donde nos mantenía manos arriba su policía, ese movimiento que no se sabía si era el postrer intento de Satanás para arrastrar con toda la humanidad a los profundos infiernos, o la gloriosa oportunidad del Cristo de los últimos días de manifestarse a través de los más oprobiosos con su ultimátum de salvación antes de su segunda venida.
Pero has de recordar que a raíz del chasco educativo escribí mi primer poema nadaísta, Santa Librada College, que muy pronto le dio la vuelta a la tierra gracias a las revistas de vanguardia y al rumor transmitido por los caminantes de entonces. Escribí después, en 1964, mi primer poema a ti dedicado, El profeta en su casa, porque el poeta Ernesto Cardenal me sopló -mientras se ordenaba sacerdote y conspiraba contra Somoza-, que debía dejarme de abstraccionismos existiendo tu máquina de coser, tu paño de agujas y el poyo de la cocina donde madre ponía a asar las arepas.
Así me fui metiendo en la poesía urbana inaugurada entre nosotros por el gran Mario Rivero, de quien acabamos de celebrar las honras fúnebres en este mismo sacro recinto, y por esos mismos días escribí Después de la guerra, poema capturado de un sueño, y Los inadaptados no te olvidamos, Marilyn, para presentar en mi periódico el poema que Cardenal escribiera a la misma diosa, y MCMLXIV, donde me retrato como un joven Gotama, y con esos poemas engatillados me vine para Bogotá y con otros borradores entre los calzoncillos de repuesto para seguir trabajando.
Y en 1980 gané el Premio Nacional de Poesía de la editorial Oveja Negra, de Gabo, y de la revista Golpe de Dados, de Mario, con Mi reino por este mundo, donde persistí con lo inaugurado en El profeta en su casa y arranqué con la saga de Paños menores. Eran cien mil pesitos de entonces, fortuna que me entregó el doctor López Michelsen al tiempo que abría su campaña hacia su segunda candidatura presidencial, que desde luego con este lanzamiento estaba destinada al fracaso. En cambio a mí al otro día me llamaron los señores Arango de Propaganda Sancho y me dijeron que si la poesía me había dado en toda la vida esa suma que nunca había visto junta, ellos por amor a la poesía y reconocimiento a mi creatividad me ofrecían que me la siguiera ganando todos los meses si me quedaba con ellos, y con ellos permanecí casi hasta el día en que recibí mi jubilosa pensión, arrancando el siglo 21.
Entretanto el Santa Librada College me había concedido el cartón de bachiller honoris causa, había desagraviado a mi madre con una misa solemne y ramo de rosas, me había arreglado las calificaciones y me había declarado ilustre egresado. Pero no quedé satisfecho, papá, a pesar de que ya no estabas. Debía darte una satisfacción más rotunda, y a ese libro inicial lo fui espesando con más poemas referidos a la música de tu máquina de coser y fue el titulado La casa de memoria, que mereció el Premio nacional de poesía de Colcultura en 1985, ya en millones, y en 1999 te cambié para concursar por una mujer perseguida en mi adolescencia, Dina Merlini, a quien empeloté para escribir en 1960 el poema orgánico El cuerpo de ella, originales que apenas vine a descubrir por esos días en que me hicieron el paseo millonario y mandé a concursar para resarcirme al Instituto Distrital de Cultura y allí gané más millones.
No contento con ello, le di mate a la saga Paños menores, versión definitiva, que me publicó en México José Ángel Leyva, en Alforja, y con ese libro logré el Premio Internacional de Poesía ‘Chino’ Valera Mora, de la Fundación Rómulo Gallegos, de Caracas. Ya no fueron cien mil pesitos sino 100 mil dolaretes. Con los que adquirí un palacete, papá, para sentarme ahora sí a escribir la novela que te debo, La casa de las agujas, que ya me contrató el editor de estos Paños menores, Leonel Giraldo, de Planeta, ¿y sabes por qué?, entre otras cosas porque su padre fue también un sastre que hizo leyenda.
Creo haberte cumplido, viejo, y a Gonzalo Arango también, quien cuando me secuestró pasa su causa escribió “Colombia ha perdido un sastre, pero ha ganado un poeta”. Y también a mi madre, a quien solo le dediqué ese poema que tú tanto me reprochaste, por cuanto aparentemente dudaba de su intelecto, cuando en verdad era mi más eficaz y avanzado reconocimiento. Decía así el poema La Pitonisa: “Al yo nacer, la Pitonisa / prevalida de no se sabe qué dotes, / pidió a mi madre que escogiera entre estos dos privilegios: / que al yo cumplir los 25 años recibiera un millón de dólares / o fuera el mejor poeta del mundo. / Y la bruta escogió que fuera el mejor poeta del mundo”. La pitonisa era mi mamá. Y el bruto fui yo. La poesía fue mi tabla de salvación. Y a ti, como inspirador, debo el haber vivido -después de estar destinado a ser un roñoso-, como un príncipe de la poesía, con alardes que no son falsos.
Lástima que no puedas oírme, como te digo, padre, pero con todos mis invitados de esta noche, “brindo por ti con un dedal de vino”. Y perdóname el dedal sin tapa, así el brindis es infinito.
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4.- La respuesta del padre.

“Quien debería haber sido el poeta fui yo”.
(Interpretado en una especie de ‘trance’ por el actor Arturo Parada, quien durante todo el acto estuvo acompañando las palabras del poeta con el pedaleo de la máquina de coser)
Eso es lo que te crees, hijo, que no te oigo, como si los muertos no fuéramos el receptáculo de todo lo que se dice. Además no estoy muerto, estoy más allá, sin una sola célula palpitante pero con todos los sentidos despiertos.
Por aquí nos hizo mucha gracia el verso de Eduardo Escobar: “Por los ojos de los vivos se miran los muertos a los ojos”. Los muertos no estamos muertos, mientras retumben en quienes quedamos los ecos de nuestras risas, y en sus marcos titulen nuestros retratos.
No sólo te he seguido y acompañado desde ese 25 de septiembre de 1975 en que el cáncer me despachó a esta existencia superior que me abarca. He estado contigo en todas esas fiestas de la palabra que has realizado, buscando resarcirte conmigo por el fracaso de tu bachillerato en Santa Librada. Y no era necesario, muchacho, que buscaras el triunfo a través de la poesía, porque no hay fracaso más enaltecedor que el del poeta. Nunca fuiste mejor a mis ojos ni más incorporado a mi corazón que cuando todos te rechazaban.
Pero siempre estuve orgulloso de que hubieras escogido el poema como destino, por encima de la abominable abogacía que te esperaba si hubieras recibido el cartón. Nada me preocupó tanto como el día que decidiste regresar a casa a seguir mi oficio porque nadie te hacía caso como poeta, y me trataste de engatusar diciéndome: “Colombia ha perdido un poeta, pero ha recuperado a su sastre”. Yo te dije que no señor, que siguieras en lo que ibas. Ya no quería que fueras el sastre del príncipe de Gales, me bastaba con el príncipe despojado.

Veo que te envaneces por haber triunfado con tu poesía, como también veo por aquí a mi tocayo don Jesús Valencia, quien ha triunfado con su sastrería. Tal vez no fuiste sastre, pero te especializaste a no dar puntada sin dedal. Y hoy te ríes con los bolsillos llenos, lo que le resta elegancia a tus pantalones.
Esta noche sin tiempo y sin espacio, cuando tengo a mi lado a tu ‘profeta’ Gonzalo Arango, que llegó a acompañarme el 25 de septiembre de 1976, al hijo del Monje loco Luis Ernesto Valencia, a María de las Estrellas, a Amilkar U, a DarÍo Lemos, a Diego León Giraldo, a Alfredo Sánchez, al ‘nadaísta de Cartago’, a Guillermo Trujillo, al ‘Cachifo’ Humberto Navarro y a Alberto Escobar, celebramos y perdonamos la que deseamos sea la última de tus vanaglorias. Lo poesía no es un trofeo, mi querido, y si lo fuera sería bastante feo. No es buen cantor quien dedica su canto a cantar victoria.


A todos has sobrevivido con tu nadadito de perro, y como no nos has olvidado, todos los días repasamos la tierra que armó y desarmó nuestros esqueletos para ver si queda algo más en que podamos servirte. La que sí no cabe de orgullo aquí entre nosotros es tu madre Elvia, quien ya te había anunciado que llegarías.
Aunque no podemos recibir el “dedal de vino” que nos ofreces, pues los deleites de la tierra son poca cosa frente al placer supremo de la abstinencia de lo tangible, contesto a tu brindis manifestándote que era yo quien quería haber sido el poeta, pero como tenía por llenar nueve bocas, propicié que no perdieras el hilo para convertirte en el bardo amado en quien tengo todas mis complacencias.
A lo que sí aspiro es a que mi nieto Salvador, quien estudia en este Gimnasio Moderno que tan generosa acogida nos está dando, no vaya a perder el bachillerato. No lo veo escribiendo Gimnasio Moderno School. La revancha poética no se da dos veces en el mismo rayo.
Guárdate esos denarios que donde estoy ya no necesito, y ven a darme un abrazo, querido hijo, que se me acabó el permiso y tengo que irme.
"... y ven a darme un abrazo, querido hijo, que se me acabó el permiso y tengo que irme."
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"... y ven a darme un abrazo, querido hijo, que se me acabó el permiso y tengo que irme."

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AMIGOS EN EL EVENTO, entre otros muchos:

ELMO VALENCIA, El monje loco. http://www.delagracia.de/coll_4.htm
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ALBUM de FOTOGRAFÍAS:
http://picasaweb.google.com/ntcgra/PanosMenoresJotamarioArbelaezEdicionPlaneta2009PresentacionEnBogota# , una a una
http://picasaweb.google.com/ntcgra/PanosMenoresJotamarioArbelaezEdicionPlaneta2009PresentacionEnBogota#slideshow/ , en diapositivas (<-- click)
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MAS INFORMACIÓN SOBRE EL LIBRO, EL AUTOR y EL PREMIO:
http://ntc-libros-de-poesia.blogspot.com/2009/04/panos-menores-jotamario-arbelaez.html
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Actualizó: NTC … / gra . Mayo 12, 2009, 11:44 AM
















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